El personaje del medio es una de aquellos que con el tiempo y los embrollos de los que hace juego la memoria, pide un espacio especial, casi mitológico en los corazones marinos de los navegantes colombianos que lo conocemos.
Venido del extremo sur del continente, lobo de mar, sabedor local de la Pampa y los pamperos a pesar de provenir de una comarca más pequeña pero forajida que la Argentina, cuentan las historias que una tarde de navegación fría del Sur, en Piriápolis, luchó con una ballena que le había quitado de un tajo parte de su tabla. Hundiéndose ambos en la batalla de sal, destellos, mordeduras y mar, Néstor y la ballena, silenciados en las profundidades inhóspitas y solitarias de donde la Plata se estrella con el mar del sur, terminaron exhaustos y ausentes de oxígeno. Ambos, decididos, emergieron entonces a tomar aire y en un diálogo resoplando y caballeresco por el honor - y de los que solo pueden tomar parte seres que conocen la verdadera nobleza de una batalla - acordaron las tablas. Dice la historia que la ballena, en tributo a su adversario le reveló misterios desconocidos de los océanos azules de la tierra, y Néstor, cuentan, prometió acompañar a su otrora adversario, ya amigo , en su última travesía por el hogar que pertenece ambos: el mar. De las cosas que recuerdo de Néstor con tembloroso terror son sus manos; dedos enormes, callosos y fuertes para enfrentar las escotas en la violencia de las tempestades pero a su vez finos para empuñar un cuchillo de cocina y pelar una papa con agilidad temeraria. Me acuerdo como con carcajada burlona pero con preocupación de padre - y al mismo tiempo que pelaba - nos decía: “che, que hacés?.. es que sos boludo!!? se nota que te hacen todo en tu casa y no sabes pelar una papa!!” Tan socialista como Pepe Mujica pero no por ideología sino por conocer el mar y saber que el mar condena al socialismo a las tripulaciones decididas a sobrevivir, las conversaciones nocturnas, mañaneras, de tarde y otra vez nocturnas podían retumbar con un marcado tono social. Decían: “una semana entrenando con Néstor en Cartagena y sales mas comunista que un guerrillero”... (por terminar) ¡Saludos a vos, amigo: maestro del mar y de la vida!
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Cruzar el Atlántico - Introducción Noviembre 15 a Diciembre 26 de 2013 Hace 3 años estaba viviendo una experiencia única, exigente y gratificante: la de cruzar el Océano Atlántico con un equipo de navegantes maravillosos en un velero fuerte y noble. 3.992 millas náuticas en 30 días zarpando de Cádiz, España. A la altura de Cabo Verde, logramos encontrar los vientos alisios, esa autopista del Océano, y alineábamos la proa al poniente, dejando atrás la inusual escasez de viento, el tráfico comercial, las redes de pesca y el riesgo de piratería de la costa de África. En el largo cruce, donde apenas lograba dormir lo suficiente, reté mis límites físicos y mentales, pero todos los esfuerzos se vieron recompensados con momentos sublimes, difíciles de expresar, propios de alta mar, origen de la vida, fuimos del mar y el mar nuestro. Me rompió el corazón oír el llamado de auxilio de un velero que se hundía y no podíamos hacer nada para ayudar. Me devastó pensar que pudimos haber sido nosotros, pero para la llegada a Saint Martin, con los vientos ya cargados de calor y humedad tropical, reventando decenas de violentos chubascos, aún faltarán 15 largos días de alta mar. Durante 3 años no había escrito detalles sobre el viaje. El Cruce del Atlántico es una historia que aún no he cerrado del todo y tal vez por eso no había podido contarla. Hilando las anotaciones de mi libreta de viaje, este texto ha sido escrito con una gran cantidad de terminología náutica propia del Embalse de Tominé en Colombia. Esto no se puede omitir así que para conocer los significados de algunas palabras incluí notas de pie de página. Las millas náuticas las abrevié como mn y los nudos como ktDurante 3 años no había escrito detalles sobre el viaje. El Cruce del Atlántico es una historia que aún no he cerrado del todo y tal vez por eso no había podido contarla. Hilando las anotaciones de mi libreta de viaje, este texto ha sido escrito con una gran cantidad de terminología náutica propia del Embalse de Tominé en Colombia. Esto no se puede omitir así que para conocer los significados de algunas palabras incluí notas de pie de página. Las millas náuticas las abrevié como mn y los nudos como kt. 1. Antes del comienzo 18 de Noviembre – Estamos, Luisa Mora y yo, en un tren que viaja de Sevilla a Cádiz para abordar el velero Natasha que zarpa hacia América. Pero claro, no llegamos acá de la nada, antes sucedieron muchas cosas en muy poco tiempo, con una fluidez increíble y una facilidad de contrastaba con la envergadura del viaje que nos disponíamos a hacer. Como cuando uno tiene muchas ganas que algo suceda y todo sale mejor que lo que lo imaginó. Todo comenzó una noche estrellada en la casa de los Mora en Tominé, oyendo el dilema de un gran amigo mío, Eduardo Luis de la Vega. En ese momento no éramos tan amigos, pero él enfrentaba un dilema y tenía que tomar una decisión: acompañar o no a su padre a cruzar el Océano Atlántico en un velero que acababa de comprar en Francia y planeaba navegar hasta Cartagena. Por un lado, Edua quería ir porque lo atraía la experiencia y su sentimiento por el mar. Por el otro, sentía que podría ser demasiado conflictivo pasar tanto tiempo en un velero junto a su padre, con quien ha tenido una relación difícil y en constante evolución. Finalmente fue! Y él mismo contó su historia en un relato que acertadamente tituló “Navegando con la tormenta a bordo”. Noviembre es el mes en que el cielo se llena de constelaciones relacionadas con el agua: Cetus la ballena y su víctima Andrómeda que fue salvada por Perseo. Eros y Afrodita que se transformaron en Piscis y escaparon del temible monstruo Tifón, amarraron sus colas para no perderse en el mar. Acuario, el flujo infinito de agua y el Río Eridanus que de ahí fluye. Todos estos se ven hacia el hemisferio sur en las noches de Noviembre. Esa noche la pasamos discutiendo los pros y contras de hacer el viaje. Luisa y yo nos moríamos de envidia y decíamos, sin sospecha alguna, que si tuviéramos esa oportunidad, no dudaríamos en hacerlo. Recuerdo que con la chimenea, la conversación y los vinos, las prevenciones de Edua fueron haciéndose menos importantes y su viaje, más probable. Era el 2 de Noviembre de 2013. Al día siguiente, encontré en mi celular, un mensaje de voz. Era Mauricio Bernal, un aventurero de agua y aire, que decía lo siguiente: “Alejandro, cómo estás? Un amigo está planeando cruzar el Atlántico en su velero, se quedó sin tripulación y yo pensé que tú podrías ir. Si te interesa, por favor dame una llamada.” Estábamos desayunando aún con Edua y Tami Escobar, me quedé petrificado, no lo podía creer, pensé en repetir el mensaje de voz, pero era verdad lo que acababa de oír. Llamé a Mauricio y me contó más detalles: Sergio Bezsonoff en su amigo de infancia, vive en su velero en Miami y hace dos años se fue a navegar el Mediterráneo con Patricia su esposa, es hora de regresar y su tripulación, por diversas razones no puede acompañarlo. Uno se rompió un tobillo y no se ha recuperado; al otro, se lo impide rotundamente la familia y no puede hacerlo; Patricia, sabe que no le gustaría y ni siquiera lo ha considerado. Mauricio me explica que es un poco cercana la fecha, estamos a 16 días del zarpe desde Cádiz, España. Todo el viaje debería tomar unos 20 días y deberíamos estar de regreso a mediados de Diciembre. Yo oigo atentamente y en silencio, con las ganas y todas las razones para ir. Le expliqué a Mauricio que debía obtener la visa, conseguir permiso en el trabajo y comprar el tiquete, todo eso en unos 10 días. Pero antes de terminar la conversación le dije: “Mauricio, sí, yo quiero”. Y el que quiere, puede. Luego Luisa manifestó que quería ir. A pesar que yo moría de ganas por que ella hiciera parte de esta aventura, no había sido capaz de invitarla, porque yo acababa de ser invitado y sentía que la motivación de hacer un viaje de estos debía ser muy personal, pues la responsabilidad es muy alta. Pero Luisa tuvo esa motivación, le dijo a Mauricio y luego le escribió al Capitán Sergio. La respuesta de Sergio fue muy diciente: “Luisa, eres bienvenida, pero si quieres ir, por favor lee el relato de la tormenta que nos golpeó en el cruce de América a Europa, cerca de Azores. Si aun así quieres ir, puedes hacerlo en mi barco.” Esta y otras historias de los viajes de Sergio están en su página web www.elnavegante.co. Recuerdo también hace varios años una vez que navegué con Mauricio Bernal en su Caminante del Viento en Tominé. Después de romper los candelabros y la línea de vida[1] contra los árboles que unían la recién separada “Isla del Sur” cuando subió el nivel del embalse, nos convertimos los primeros navegantes en cruzar la antes península. Esa vez Mauricio quedó impresionado por mis habilidades para saltar de un lado a otro, cortar ramas con la navaja y desengancharnos. Luego de que el Caminante quedó liberado al otro lado exclamó hacia adentro con toda sinceridad: “qué deseo de aventura tan insaciable!”. Todas estas cosas y quién sabe cuántas más tuvieron que suceder para que este viaje tuviera lugar en ese momento. En los 10 siguientes días se resolvieron todos los detalles de forma asombrosa, la visa Schengen, por 6 meses! El permiso en el trabajo, sin condiciones, pues Álvaro Sanjinés, mi jefe, también es navegante. Cuando conté mis planes en casa, les pareció una broma: “En serio el Océano Atlántico? El océano, océano?” A mis padres no les pareció tan buena idea, pero sabían que no había forma de disuadirme. Mi padre me dijo: “Eso es masoquismo”. Y sí, tiene razón. Los tiquetes, salieron fácil, en la fecha que queríamos. Incluso, cuando Mauricio, Luisa y yo tomamos el avión a Madrid, el piloto resultó ser Pipo Ardila, otro navegante de Tominé, de manera que nos invitó a la cabina y desde allí, vimos el Gran Océano que ya no nos tomaría 6 horas cruzar, sino días! Pipo nos prometió que si nos veía en alguno de sus próximos vuelos, nos tiraba un paquetico, con revistas de actualidades y algo de comida fresca. El plan de navegación de Natasha es simple: zarpar de Cádiz el 20 de Noviembre, navegar al sur hacia Canarias sobre la corriente del mismo nombre. Reabastecer en Santacruz de Tenerife para luego dirigirnos al poniente hacia las Antillas buscando la corriente ecuatorial del norte y los vientos alisios. Son 3.500mn con vientos de aleta[2] y mar suave. A 6,5kt son 22 días para llegar a América. A Colón le tomó unos tres meses en ese entonces. Cádiz N36°34´ W6° 15´ Llegamos primero a Madrid, donde pudimos disfrutar un día y caminar probando comidas y cervezas. Mauricio pasó por una librería y le regaló a Luisa el libro Comiéndose el Mundo, de la gran navegante británica Ellen MacArthur. Pasamos otro día conociendo Sevilla, que visitarla en invierno era una enorme ventaja, porque aun así hacía algo de calor. Visitamos la Casa de la Contratación, desde donde se organizó toda la conquista ibérica del Gran Océano y el Nuevo Mundo. Ruta que modestamente cubriríamos en más tiempo que las carabelas antiguas. Caminamos día y noche por la ciudad y comimos una deliciosa pasta en un restaurante cerca de la Torre del Oro. 2. Se reúne la tripulación del Natasha y zarpamos Finalmente tomamos el tren a Cádiz, donde conocimos a Sergio Bezsonoff en persona. Desde que hablé con él semanas atrás en Tominé y Bogotá, me impresionó por el grado de detalle y atención que ponía en cada uno de los preparativos del viaje y del mantenimiento del velero. Eso me llenó de confianza en el velero y el Capitán y al mismo tiempo, de responsabilidad por hacer un buen trabajo a bordo. Sergio es un formidable Capitán y ama a su barco. En Puerto Sherry, cerca de Cádiz, los 4 tripulantes nos concentramos en los pocos preparativos de viaje que faltaban, el combustible, la comida, los sistemas del barco. Tan pronto como nos instalamos, me sentí como en casa. Natasha es un Hunter Marine de 45 pies de eslora[1], con dos camarotes y una acomodación doble en la sala. Aloja a su tripulación confortablemente. Sergio lleva varios años viviendo en su velero con Patricia, de manera que Natasha no solo es un barco, sino un hogar, lleno de cuadros, libros y detalles que un barco normalmente no tiene. Con el tiempo, conoceremos aquel velero como la palma de la mano, con sus ruidos, trucos y gustos. 20 de Noviembre – Levante del día del zarpe. A las 7am no hay señas de que el sol quiera salir tras una extraña bruma. Madrugamos para ultimar detalles y zarpar hacia las 10am. Hace frío. Más que un sueño, para mí este viaje ha sido un deseo repentino. Nunca llegué a pensar la idea concreta de cruzar el Atlántico en un velero antes de las conversaciones con Edua y Mauricio. Sin embargo sí siento el deseo permanente de viajar, de conocer, de encontrar cosas inesperadas, de divagar. Mauricio y Sergio van a devolver el carro alquilado mientras Luisa y yo amarramos los 6 bidones de combustible adicional. Sergio nos dio una explicación de los sistemas de seguridad del barco. Zarpamos de Puerto Sherry en Cádiz. Mar calmada y muy poco viento. Vamos a costear hacia Tarifa, antes del Estrecho de Gibraltar, las columnas de Hércules, donde se han visto ballenas últimamente. Pasamos por Trafalgar, con su impecable faro blanco, donde el Almirante Nelson derrotó a los franceses en 1805. Comienza el viento y desplegamos velas. No vemos ballenas, pero nos acompañan un rato algunos delfines. Después de almuerzo, instalamos la hamaca sobre el puente de popa[2] y Luisa la inaugura poniéndose cómoda para disfrutar el paisaje. Avistamos el Estrecho y un morro alto del lado africano. Con el viento sur, poco a poco nos alejamos de Europa rodeados de una oscuridad inmensa y llena de barcos, nuestra primera noche en el frío mar de principios de invierno. 21 de Noviembre – Hice mi primer turno de noche de 8pm a 12am junto con Sergio. Llevando el velero con la brújula más que con las estrellas, como lo había imaginado. Cruzamos unos 7 barcos. Hacia las 2am, en el turno de Luisa y Mauricio me desperté, con el barco al pairo. Mauricio intentaba virar, pero con el poco viento y las olas tan seguidas era imposible. Encendimos motor y fijamos rumbo 232°. Para las 12pm ya habíamos desplegado velas pero nuestra singladura[3] no fue sino de 122mn. La navegación del 21 fue estupenda: 10 a 15kt de través desde las 11am hasta las 4 o 5pm. Sin ver tierra ni otros barcos. El viento comienza a enfrentarse, viniendo del sur-occidente. Nos dificulta viajar al sur-sur-occidente o 232° que necesitamos para bordear África y nos obliga a caer a 190° luego 180°. En la noche hago turno con Sergio de 12am a 4am llevando la guardia casi las agotadoras 4 horas. Hicimos 2 virajes[4]. 22 de Noviembre – Me fui a descansar a las 4am. En el turno de Luisa y Mauricio el viento subió a 20kt y la mar alzaba olas cortas y bastante incómodas. Yo oía lo que sucedía entre sueños. La cosa comenzó a ponerse mal y la génova[5] rompió su puño de amura[6] y luego se rasgó un poco. Subí a ayudar y estaban soplando 25kt con ola corta. Recogimos velas y empezamos a capear[7]. El viento subió a 30kt y avanzábamos a 4 o 5kt con mucho esfuerzo. Decidimos dirigirnos a la costa de Marruecos entre Casablanca y Al Jadida para resguardarnos. Encendemos motor y avanzamos con velas rizadas, sin embargo nuestro objetivo se encuentra justo a barlovento y guardamos velas. La mareta alza unas olas impresionantes y el mareo amenaza a todos. Avanzamos con el motor a 3.200rpm, que es el máximo, dando apenas 3kt contra los 35kt de viento fuerte y ola corta. La dura faena se extiende por 10 horas hasta que lentamente llegamos a Al Jadida y fondeamos[8]. No hay nadie en las playas ni se acercan las autoridades marroquíes. Apenas se ven algunos carros en la ciudad y a las 6 o 7pm se oyen los cantos y oraciones en los minaretes de las mezquitas. Caemos dormidos agotados. Esto era una condición muy inusual de viento, conocido como lebeche o siroco, que tiñe el cielo de amarillo y a medio día el tono parece como de atardecer. Es polvo de arena del desierto del Sahara levantado por fuertes vientos que la llevan hasta el sur de Europa. En ocasiones, el polvo del Sahara llega hasta América. 23 de Noviembre – Zarpamos de Al Jadida después de coser la reata que se rompió en la génova. La reparación de la rasgadura la haremos en Canarias. Tenemos vientos de 10 a 12kt en contra y avanzamos lentamente, con dificultad. Rumbo a Canarias 235° Dirección del viento 230° Tercera noche de navegación. Me encargué de los turnos de 8 a 12pm y de 4 a 8am en compañía de Sergio. Amanece a las 7:50am. De noche hay que mirar el radar, la carta de navegación, la grímpola[9], el anemómetro[10] y la brújula. La visibilidad era mínima, sin luna ni estrellas y ningún punto de referencia en tierra. Podía uno sentir que giraba en todos los sentidos como un loco, era duro para mi organismo. En único punto fijo es la brújula. Paso muy agradables mis turnos con Sergio. 24 de Noviembre – En medio de la tormenta del 22 sentí lo expuestos que estamos. Sentí impotencia. Obviamente lo había pensado, pero es muy diferente experimentarlo. Estamos aquí para superar nuestros límites. Hoy hemos hecho un sistema para lavar platos sin gastar agua dulce. A Mauricio se le ocurrió lanzarlos por la borda en una malla y dejarlos remojando unos 10 minutos a 5 o 6kt. Nos divertimos toda la tarde mejorando el sistema que luego no volveríamos a usar. Mauricio tenía el gran sueño de cruzar el Atlántico navegando desde hacía años. En sus largos vuelos como piloto de Avianca, veía el mar desde el avión y deseaba estar abajo. Esas ganas de Mauricio, por hacer este viaje y el hecho de que para muchas personas no ha sido posible hacerlo, me hicieron dar cuenta de lo afortunado que yo estaba siendo, de la gran oportunidad que tenía de hacerlo a los 29 años y en compañía de Luisa. Luisa y yo estamos celebrando nuestro primer aniversario hoy con una copa de vino y un horizonte infinito. La vida junto a ella es simplemente fantástica. 26 de Noviembre – Hoy es martes y llevamos casi una semana en el mar. Hemos avanzado 574mn desde Cádiz en línea recta. Los últimos dos días han estado demasiado movidos para escribir. Tan pronto nos logramos alejar de la costa de Marruecos, a motor y ciñendo[11], nos tomó un viento de 20, 25 y hasta 30kt por la aleta[12] y todo cambió. El mar primero estuvo muy confundido entre olas que emergían sorpresivamente desde cualquier dirección y luego con olas más ordenadas pero más grandes y separadas. Ya con un viento más constante hicimos las dos singladuras más largas hasta ahora. 6,5 y 7kt de promedio. Las noches fueron duras por el movimiento y el sueño profundo era más escaso. Cuando me voy a dormir, los sonidos al interior del barco hacen que no pueda evitar sentirme entre un torpedo ultra-rápido que va atravesando olas y rozando la superficie del mar a toda velocidad. Cuando subo a cubierta, me doy cuenta que no es tan rápido como me lo imagino. Otro sueño muy extraño que tuve en la primera noche de mar agitada fue que por algún motivo práctico, había un oso pardo guardado en el barco. Estaba atado al extremo de la escota del foque[13], pero yo no sabía muy bien donde estaba. En un momento se salió y Sergio gritaba que todavía no lo íbamos a usar y que no debía sacarlo. Hoy el mar está calmado, soplan 12 a 15kt de 110° y vamos rumbo a la gran Canaria. Hemos atrasado los relojes 1h y esperamos llegar a puerto cerca de la media noche. Me emociona pensar que después de almuerzo sacaremos el genaker![14] Durante el almuerzo, el viento roló a un través forzado. No podemos izar el genaker.[15] Antes del atardecer hubo un llamado de urgencia por el radio: “Pan-pan, pan-pan, pan-pan[16]. Radio Tenerife La Palma, Radio Tenerife La Palma, Radio Tenerife La Palma. Llamado general a todas las embarcaciones. Aviso de hombre al agua en posición 28°24´N 16°30´W Al norte de la Isla de Tenerife. El operativo de búsqueda y rescate se encuentra en progreso. Se hace un llamado a las embarcaciones en el área para que maximicen la observación Pam-pam… Radio Tenerife…” Aunque nosotros no estábamos por la zona, yo pensaba cómo se sentiría caer al agua y ver el barco alejarse hasta quedar sólo flotando en la vastedad. Hablamos con Sergio, que nos contó que muy pocas veces ha oído llamados de auxilio y nunca ha oído un May-Day, que es el llamado de urgencia máxima. Sergio nos comenzó a contar historias de sus años en la Armada y cómo se conoció con Patricia. En esa época, los cadetes debían pedir permiso para casarse, pero ellos se casaron a escondidas. En la Armada, Sergio perteneció a la segunda generación que navegó el Buque Escuela ARC Gloria en su primera vuelta al mundo. Sergio nos contaba cómo era su vida y la de sus amigos a bordo del Gloria, las llegadas a puertos, visitas protocolarias, la correspondencia con Patricia. En la noche Luisa y yo tomamos el turno hasta las 11pm, visibilidad de 5mn, vientos por la aleta de babor[17] a 15 y 20kt, una navegación rápida de 8 y 9kt. En un momento en que yo estaba al mando, apareció un barco de 300m de eslora en el radar y el AIS (Automatic Identification System) informó que venía viajando justo en contra y paralelo a nosotros a barlovento[18]. 2mn parecen mucha distancia, son 3,6km, pero no habíamos cruzado barcos a menos de 5mn de noche. Estuve alerta del radar, que son nuestros ojos en la noche, y vi aquel buque tanquero aparecer a 4mn, exhibir sus colosales dimensiones y luego desaparecer en la noche, aún con la distancia dejó los rastros de olor a diésel como advertencia de una colisión. En libro de Ellen MacArthur relata cómo varios compañeros de regata transatlántica se estrellaban con buques comerciales de noche, mientras el piloto dormía. 27 de Noviembre – Llegamos a Canarias. Esta madrugada a las 5:15am fondeamos al lado del Puerto Deportivo de La Palma en la Isla Gran Canaria. Tierra firme nuevamente! Recuerdo el episodio de la miel. Estábamos desayunando fondeados al lado del Puerto Deportivo de Las Palmas. Yo le puse miel al pan y me quede mirando la etiqueta del frasco. Luisa ya la había visto y me miró con una sonrisa sospechosa. Me mostró que la miel estaba vencida. Como varios habíamos comido felices y la miel no se vence fácil, no dije nada. Ya la íbamos a guardar cuando Mauricio la cogió y se echó más, comenzó a saborearla y a decir: “Qué miel tan rica, que color, que sabor, que textura!” Tras un instante de silencio, Luisa y yo estábamos por comenzar a reírnos cuando de pronto Sergio dijo en su tono seco y cortante: “Será por lo vieja!” y todos estallamos de la risa. Es medio día y por la radio informan que aún siguen buscando el hombre al agua de ayer. Ojalá lo encuentren pronto, el agua está fría. Pensamos en la opción de parar en Canarias y regresar en avión? Yo sí. Y creo que Luisa también. Luego lo hablamos y lo analizamos. Lo más duro son las noches sin visibilidad y mar agitado. Cuando el mar se agita, me siento como un dado dentro de un vaso de cacho. O un hielo en una coctelera. Sin punto fijo de referencia, uno siente que gira y gira, mucho más que lo que en realidad se mueve, se agudizan las sensaciones. Por la noche se requiere navegación con instrumentos, como un simulador de vela que no parece real. El sueño puede vencer y a veces se necesita un microsueño y un sacudón para despertar. Si todas las noches fueran así de duras, con seguridad no aguantaría una semana. Cuando hay tormenta no se puede descansar, pero con un día de calma se recupera el sueño. El Puerto Deportivo de Las Palmas es grande. Hay 1.400 veleros amarrados allí. Hay una escuela de vela, astillero, muchas tiendas de marina, restaurantes y servicios para navegantes. Cuando llegamos, fuimos a la estación de gasolina para botes: amarras, pones full de corriente y zarpas. En alta mar, el agua salpica y se evapora dejando una capa de sal cada vez más gruesa sobre la cubierta. Aunque hacía falta un poquito más de calor, nos pusimos el vestido de baño y con Luisa lavamos el barco. Por supuesto, al lado los noruegos y suecos andaban felices con poca ropa día y noche disfrutando de “semejante calor”. Nuestra nueva dirección es Pantalán K-28, Puerto Deportivo, Las Palmas, Gran Canaria, España. Las Palmas N28° 07´W15° 24´ 3. Nuestra estadía en Canarias Noviembre 27 – En los primeros 10 minutos de amarrar en puerto, ya tres personas nos preguntaron si íbamos a cruzar el Atlántico y si necesitábamos más tripulantes. El último lleva 6 semanas buscando un cupo en un barco para cruzar! Dicen que casi todos consiguen, pero sería muy difícil montar a un recién conocido para confiarle la vida en el cruce. Noviembre 28 – El ambiente del puerto es genial. Conocemos personas provenientes de muchas partes, barcos elegantísimos y otros destrozados. Nos vamos a preparar para el zarpe en un par de días. Coser la génova, cambiar las baterías, comprar comida fresca y abastecimientos, entre otros. Hay malas predicciones, poco viento, pero no hay que preocuparse por ahora. Estoy comenzando a estudiar el libro The Annapolis Book of Seamanship de John Rousmaniere, temas de climatología y navegación. Luisa habló con Rodrigo, su papá que le dijo: “ustedes están en el K-28? Sal y mira hacia el nororiente, ahí está el Kata del Mar, el barco de Edua!”. Fuimos a buscarlo y encontramos a Calixto, un santanero (Barú) marinero del papá de Edua y viene navegando con Eduardo Luis padre desde Francia. Calixto está viviendo en el barco, esperando a Enero para que llegue la tripulación del Kata del Mar y zarpen hacia América. Fue una gran coincidencia el encuentro con Calixto en esa lejanía. Noviembre 30 – Hoy fuimos a inmigración portuaria y nos sellaron los pasaportes de salida. Estuvimos en el casco antiguo de Las Palmas visitando la catedral y las plazas, la Casa de Colón y la Ermita donde fue a su última misa antes de zarpar. Por la noche invitamos a Sergio y Mauricio a un concierto de clarinete, violín y piano en el Centro Cultural San Martín y nos gustó mucho. También encontramos por fin el Diario de a Bordo de Cristóbal Colón en el sótano de una librería muy vieja y apretada. Lo habíamos buscado en Sevilla y Cádiz. Por alguna razón, siempre los cuatro terminábamos en las librerías ojeando estantes con libros sobre barcos y viajes. Lo compramos y se lo regalamos a Sergio, que se emocionó mucho al recibirlo. Realmente hemos creado un vínculo de amistad, confianza y respeto. Por otra parte, las predicciones de viento y el estado del tiempo no nos han permitido zarpar de Gran Canaria. A pesar que quisiéramos estar en casa para Navidad, lo más probable es que con el retraso desde Cádiz (6 días en vez de 3), la estancia en Canarias (5 días en vez de 2) y los 4 o 5 días que faltan para que comience a soplar lo suficiente, nos harán llegar después del 24 de Diciembre Una noche decisiva nos sentamos a comer y lo hablamos: todos queremos regresar a América en barco y no en avión y estamos dispuestos a pasar Navidad a bordo. Diciembre 1 – Mauricio tuvo la idea de alquilar un carro y conocer la isla. En un Seat León nos dirigimos al sur por la Gran Canaria GC-1. El paisaje es desértico. Las formaciones de rocas ígneas están talladas por la erosión eólica y en muchos valles hay cientos de cavernas talladas a lo largo de miles de años. Fuimos a las dunas de Maspalomas, una apretujada colonia vacacional de alemanes, suecos y noruegos. Casi no se habla español. Continuamos hasta Playa de Mogán “La Venecia Canaria” igualmente apretujada y ficticia. Dejamos atrás la costa invadida y comenzamos a subir la montaña hacia Mogán y el centro de la isla, el Pico de las Nieves. La carretera se apretó y tomamos un desvió aún más angosto que en el mapa mostraba muchísimas curvas. El paisaje es lindísimo, muy empinado, rocoso y árido hasta que llegamos a una altura suficiente para que se condensara toda la humedad de los vientos del mar sobre las agujas de pino y la superficie de la roca. No hay capa vegetal. A pesar de la aridez, todo gotea, la cima de la isla es una auténtica fábrica de agua. Vimos unas 10 represas de las 69 que existen en la montaña. 2 de Diciembre – El viento sopla con suficiente fuerza (10 a 15kt) del sur. Contemplamos la opción de zarpar, pero los pronósticos son pésimos. Visitamos el Real Club Náutico de Gran Canaria, donde se estaba organizando la Semana Olímpica con navegantes de Laser, 470 y Tornado de varios países. También visitamos la Federación de Vela Latina que son embarcaciones autóctonas de la isla para 11 tripulantes, 7 metros de eslora, 11m de mástil y 14 metros de botavara que le dan los 90m2 de vela latina. A pesar que es muy agradable el puerto, ya estamos un poco ansiosos y todos queremos zarpar. Ya conocemos todas las tiendas y restaurantes del sector. Desde que llegamos queríamos ir a un famoso restaurante en el islote, donde se acaba la playa de las canteras, que se llama La Marinera. Íbamos a ir el día antes de zarpar, como nuestra última gran cena, pero en vista de los pronósticos, lo habíamos aplazado una y otra vez. Hoy decidimos ir, así no fuéramos a zarpar, para romper el hechizo de los pronósticos y liberar el zarpe. Y así fue! Antes de salir, revisamos los pronósticos y encontramos una opción para zarpar como de jugada de ajedrez: debíamos dirigirnos al sur desde Gran Canaria y pegarnos a la costa de Marruecos y Mauritania, probablemente cruzando a motor una calma chicha[1] hasta que encontraríamos aproximadamente a 24°N unos pocos vientos S y SW que nos llevarían lentamente a Cabo Verde y desde allí a los tan esperados Alisios[2]. Zarparemos mañana a las 4pm. 4. Zarpamos hacia América Diciembre 3 – Por fin zarpamos! Llevamos 70gal adicionales de diésel y vamos a apostarle a los vientos del sur en Cabo Verde. Salimos del puerto a las 7pm con unos 15kt de viento SE. Diciembre 4 – Navegamos toda la noche a sorprendentes 6kt con 12kt de viento SE. De madrugada, calma chica y prendemos motor. Todo el día y la noche nos acompaña el sordo zumbido del motor. No estoy tan animado para navegar. Si hubiera opción, me bajaría. Hacemos guardias individuales de 3h cada uno (9pm a 12am, 12 a 3am, 3 a 6am y 6 a 9am). Mar en calma total. Noche agradable, llena de estrellas. Muchos barcos pesqueros pequeños que no salen en el radar pero que reúnen hasta 15 luces en el horizonte nocturno. Conversaciones en árabe por el canal 16 toda la noche. La luna nos vuelve a acompañar, creciente, se ocultó poco más de una hora después del sol. Vuela un pájaro similar a una golondrina. Roza el agua en el fondo del valle de las olas. Se esconde tras las crestas y vuelve a aparecer. Me siento mucho mejor, me sentía fatigado y con dolor de cabeza, como si hubiera comido mal. Ya tengo muchas ganas de navegar. Con Luisa, con quien hemos afianzado un amor muy grande, apagamos motor y desplegamos velas. Por fin el silencio y la calma del mar. Tenemos 6 a 10kt de popa y comenzamos a desplazarnos lentamente al sur con viento propio. Esta parte de la costa del Sahara occidental entre Marruecos y Mauritania es rica en pesca. Echamos anzuelos y de inmediato picó uno, similar a un bonito. Lo preparamos y para el ceviche. Luego picaron dos más, uno bastante grande. Mauricio lo fileteó y fue para el congelador. Izamos el genaker por primera vez y Natasha hace 6kt con facilidad en un viento de 10kt por la aleta. Se siente fenomenal! 5. La costa de África Diciembre 5 – Hoy tuvimos un encuentro miedoso con un bote local. La piratería siempre es un riesgo aunque no haya habido reportes en esta zona. Se nos acercó un bote de unos 6 metros con 5 locales a bordo. Yo avisé: “Sergio, tenemos compañía”. Uno de ellos nos levantó el dedo pulgar pasa saludar. Sólo él sonreía y llevaban cajas tapadas con unas mantas sucias. Sergio le pidió a Luisa que subiera las bengalas de rescate y me entregó dos. Eran las únicas armas que tendríamos para defendernos. Se acercaron con su lancha a dos o tres metros y el mismo hombre saludó. Luego pidieron cigarrillos “cigarrets señor”. Les dijimos que no teníamos. El hombre se agachó y sacó un calamar. Mauricio preguntó cuánto costaba. Respondieron “beer, cerveza”. Luisa bajó por unas cervezas, lanzaron el calamar y se acercaron para recibir las cervezas. Yo tenía las pulsaciones a mil cuando veía sus manos agarrándose de las líneas de vida y los candelabros[1]. Podían todos subirse de un brinco, asaltar todo el barco y hacernos mucho daño. No pasó nada. Se llevaron las cervezas felices y nos dejaron el calamar. Se alejó la lancha, pero no la sensación de vulnerabilidad y el deseo de alejarnos de la costa tan pronto como el viento nos lo permitiera. Antes de anochecer sonaban truenos lejanos, algunos más duro que las rancheras de Linda Ronstadt. A lo lejos se veían los cumulo-nimbos descargando fuertes lluvias sobre los pesqueros pequeños de Mauritania. No tardó mucho para que nos llegara el turno a nosotros, mientras bajábamos el genaker. Yo solo trabajaba rápido en la maniobra y rogaba que un rayo no cayera mientras estábamos en la cubierta. Todos recogimos rápidamente y nos sentamos en silencio a comer calamar apanado en avena y sopa de pescado, alumbrados por los fogonazos de los amenazantes rayos desde todas las direcciones. A pesar de los comentarios amables y positivos, todos sabíamos del riesgo que corríamos nosotros y el equipo electrónico de navegación. Como para qué ponerse a pensar qué pasaría si nos quedamos sin GPS, radar, teléfono, radio y planta eléctrica? Diciembre 6 – Tomé la guardia de 6am a 9am. Cuando Sergio me entregó la guardia había un pesquero que nos alcanzó por el costado de babor, no nos dio vía y tuvimos que evadirlo. Recuerdo ver a ocupantes con turbante asomarse a la alta proa del pesquero oxidado y en un instante casi nos atrapa en su atmósfera de gaviotas, ruidos metálicos, olor a pescado y humo de motor. Fue un encuentro cercano, el más cercano de muchos, ya demasiadas alertas en la costa. Varias veces pasábamos boyas de pesca, sin saber de qué lado está la malla y si íbamos a quedar enganchados. Fuimos a motor toda la noche porque después de los aguaceros se acabó el viento. Pero cuando amaneció, comenzaron a soplar 15 y 20kt sorprendentemente. Mi tarea favorita: apagué motor y desplegué velas dando 7kt. A las 9am nos visitaron los delfines. Izamos genaker, jugamos cacho y leímos. Le hice unos catavientos[2] a Mauricio para su Caminante del Viento. La puesta del sol fue estupenda, menos tráfico de pesqueros y viento cambiante de 6 a 12kt NNE. Atardece a las 6:25pm y nos acompañan la Luna en cuarto creciente y Venus. De noche nos acompañaron nuevamente unos delfines, adicional a la estela de plancton luminiscente, los delfines dejaban su estela bajo el agua y cuando saltaban. Era un espectáculo de luces que jamás me imaginé posible. Desperté a Luisa para que lo viera también. Claramente un momento irrepetible. Diciembre 7 – Hoy atrasamos los relojes 1 hora y ya dejamos de ver tantos barcos, nos alejamos de la costa. Es el 4º día de navegación desde Canarias. Llevamos 500mn y nuestra posición a las 10am es N21°18´W19°07´y llevamos rumbo 235° y 7 a 7,5kt de velocidad con viento de 18kt del NNE. Esto es un sueño y un deseo, embargo estoy pensando que puede ser demasiado largo y demasiado tiempo de aislamiento. Estimamos que nos quedan 18 días de navegación sin ver tierra. Pienso en el estado mental de cada uno y en la convivencia. Yo me mantengo ocupado marcando la carta de navegación, leyendo, oyendo música y los programas de historia de Diana Uribe, organizando el barco, etc. De la cocina se encargan Sergio y Mauricio. Con tanto tiempo libre me puse a pensar, a pensar en lo que pienso y darme cuenta de ello. Constantemente confirmo que mi mente es muy dispersa y que para pensar en temas específicos me cuesta mucho concentrarme y me voy por entre las ramas. A veces puedo hacer todo el recorrido de cómo una idea me llevó a la siguiente y esa a la siguiente y así, y eso me divierte: divagar y regresar. Pero me toca concentrarme en un tema para aclarar y redondear una idea. Quiero seguir ayudando en el Portillo. Para tener más tiempo para otras cosas, debo vender una moto, la de trial o la de enduro y cambiar la KTM 640[3] por otra menos intensiva en mantenimiento. Me gusta la Kawasaki KLR 650. Quiero comprar un apartamento en alguna zona de patrimonio en Chapinero, La Soledad, La Merced; Bosque Izquierdo o algo similar. Quiero vivir solo unos años y luego vivir con Luisa. En los últimos días, más que en el resto del viaje, hemos perdido la noción del tiempo. Pasan los días muy parecidos todos, aunque intentamos evitar la monotonía. Sergio nos prestó un libro de Matilde Asensi que se llama “Tierra Firme, La extraordinaria vida de Martín Ojo de Plata”, una novela de aventura ambientada en la historia del Caribe. Muy bueno, lo estamos leyendo en voz alta con Luisa y ha estado entretenido. Mientras tanto, Nicolai, el hijo de Sergio, nos da noticias de malos pronósticos de viento, lo que nos aplaca el ánimo y nos corre la fecha de llegada más allá de Navidad. Ten cuidado con lo que deseas, porque se puede volver realidad. La idea no era tanto tiempo en el mar, pero nada es predecible con el viento y hay que tener fortaleza, paciencia y buen humor. También hemos leído “La Medición del Mundo” en la parte que cuenta el ascenso de Humboldt al Chimborazo, muy bueno ver cómo los viajes son tan diferentes a lo largo de las épocas. Tenemos pendiente la lectura de “Comiéndose el Mundo” de Ellen MacArthur, el libro que le regaló Mauricio a Luisa en Madrid. Diciembre 8 – Mauricio y Sergio hacen y rehacen planes y cálculos: millas, horas, días, nudos. Yo prefiero prestar atención a las velas, el balance, el rumbo, la velocidad. Por la noche nos tocó encender el motor pues el viento cayó a 4kt. Hemos dormido bastante, también en señal de aburrimiento y muchas cosas, como la carta celeste y el uso del sextante, no me producen el interés que solían tener. No hemos visto ningún barco desde el 7 de Diciembre. El mar se ve vacío a excepción de algunas gaviotas y peces voladores pequeñísimos. Mauricio y Sergio estudian la posibilidad de parar en las Islas de Cabo Verde, un pequeño país africano independizado de Portugal en 1975, con mala fama de pobre y burocrático, para abastecernos de combustible y frutas frescas. Yo no lo veo necesario, porque llevamos combustible para 350mn y no siempre es necesario prender el motor. Definitivamente, la presencia de Luisa es indispensable para mi tranquilidad y bienestar y no podría, ni tampoco ella, hacer este viaje solo. Diciembre 9 – Hace unos días soñé que en una de las costas de Marruecos y Mauritania, en medio de todos esos barcos pesqueros pequeños, encontrábamos el cuerpo de un hombre negro flotando sin vida. Nos apoderaba un silencio y no lo recogíamos ni informábamos a las autoridades. No le conté a Luisa, ni a nadie y en cambio me inventé que había soñado que había hecho mucho frío y llovía, entonces los chorros de agua se convertían en estalactitas y el barco quedaba atrapado, enganchado por los obenques entre las estalactitas. Atascados, salía Mauricio con una olla de agua caliente a echarle agua a los obenques y nos liberábamos. Ayer atrasamos los relojes 1 hora. Tenemos 3 horas de diferencia con Saint Martin. Haremos cambio de hora cuando crucemos los meridianos 30°, 45° y 60°W. Ver las islas de Cabo Verde me alegró muchísimo. El atardecer estuvo impresionante, con el sol ocultándose detrás de San Nicolau. A las 7pm ya está oscuro pero no se ven sino unas pocas luces en la isla. Tampoco se ven muchos pájaros ni barcos, ni señales de vida. Las comunicaciones en el Canal 16 (el canal internacional de seguridad obligatorio) del radio VHF son muy escasas. No vamos a parar en Cabo Verde y a partir de aquí tomaremos rumbo a las Antillas. Es un alivio que después de 20 días del zarpe de Cádiz y 7 desde Canarias, este es el punto de giro y después de Cabo Verde, la próxima tierra que veamos será de América. Con Luisa comentamos lo que se sentiría estar llegando a Saint Martin y los dos sentimos que a pesar que se está alargando bastante el cruce, nos daría nostalgia llegar. Vamos a disfrutar cada momento como si fuera el último. Y así lo hicimos hoy: leímos casi los 3 últimos capítulos de Martin Ojo de Plata. Nos faltaron 3 páginas por atender el avistamiento de Cabo Verde; luego arreglamos la trapa[4] con Mauricio y Sergio y también saqué el sextante de Sergio del escondite y lo estoy empezando a usar, a bajar estrellas y planetas. En verdad hemos disfrutado. Diciembre 10 – Desde las 6am hemos encendido el motor. Anoche decidimos dejar el genaker izado, ya que hacíamos 8kt de velocidad y en los últimos días eso era escaso. Luisa hizo el turno más pesado de manera impecable, manteniendo atenta guardia para que el viento cambiante viniera justo por la aleta de babor. Una racha[5] fuerte podría escorar[6], hacer subir y pivotear el barco. Pues bien, yo acompañé a Luisa durmiendo en la bañera y a las 12pm entre todos bajamos el genaker pues el viento giró 90° en 4 horas. A las 6am ya no hubo viento y desde entonces usamos motor. En mi turno de 6am a 9am estuve oyendo y disfrutando mucho el Cascanueces y el Cisne Negro de Tchaikovsky y el concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo. Lo interioricé tanto que el resto del día he oído clarinetes, oboes, trombas y violines provenientes del motor del barco y todo lo que con él retumba. Con todo mi corazón ya quiero dejar de oír ese motor y de sentir el barco temblar, pero el viento hoy no ha subido de 4kt. Los alisios este año son una mera ilusión, una promesa. No podemos gastar más diésel, ya casi contamos con solo una última tanqueada (zarpamos con 2 ½ tanqueadas de 60 galones cada una), que debemos guardar para cargar baterías, emergencias y llegadas a puerto. Tenemos calma chicha desde hace un par de días y al pasar la punta Este de San Nicolás en Cabo Verde apagamos el motor. De noche hacíamos 7kt con vientos de 13kt y luego 1,5kt con 3 o 4kt de viento. A veces avanzamos más gracias al nudo de corriente ecuatorial que con el viento. Vamos a aguantar esta calma a vela y no vamos a prender más el motor. Paciencia. Diciembre 11 – La North Atlantic Ocean Passage Chart de Imray-Lolaire explica algunas cosas sobre el cruce del Atlántico. Entre los meses de Julio y Agosto hay mayores probabilidades de huracanes en el Caribe y el ecuador y es generalmente aceptado que no son buenos meses para cruzar de este a oeste. En los meses de enero, febrero y marzo hay alta frecuencia de tormentas (35 a 40kt) especialmente en el norte. Para el cruce al occidente, los meses ideales son Septiembre y Octubre para viajar de Europa a Canarias o Cabo Verde. Ya en Noviembre a Marzo se forman los alisios a todo lo ancho del Atlántico hasta el caribe, permitiendo el cruce. Después de la calma chicha de Cabo Verde y de tener a San Nicolás a la vista toda la tarde, la noche y la mañana siguientes, por fin llegó un viento NNE que poco a poco nos sacó al sur y cruzamos la frontera de los alisios. Cabalgamos ahora con 14 a 18kt NNE y damos 7, 8 y hasta 9,5kt! Por fin Rumbo 270°!!! Por fin hacia las Antillas!!! 6. La vida en alta mar Diciembre 12 – Ha sido casi imposible escribir desde que encontramos los alisios. No sé bien qué día es y han pasado muchas cosas, primero muy desafortunadas, pero luego muy buenas. Ya tenemos una relación especial con nuestros arneses de seguridad. Las guardias las tomábamos con ellos puestos. Yo le había acomodado la linterna pequeña, la navaja de hoja grande y el pito de tormenta. Eso era con lo que iba a contar si desafortunadamente terminaba en el agua. Esa pequeña preparación me daba tranquilidad en las peores condiciones. Tan pronto como escapábamos de Cabo Verde, primero con genaker y luego con génova, el mar comenzó a tornarse pesado, el viento subió a 25 a 30kt y el Natasha crujiendo, chillando y golpeándose todo el día y toda la noche. Las sacudidas que pegaba en algunos momentos, hacían que volara un libro, un plato, una linterna o cualquier cosa desprovista de asidero. Los días se volvieron largos, el interior del barco insoportable y las noches, un flagelo. “Hemos llegado al Mar Tirio” decíamos con Luisa. A pesar que yo no me mareaba a fondo, comencé a sufrir más de la cuenta. Uno de los primeros días de fuertes vientos alisios, recibimos una llamada de radio que nos dejó a todos escalofriados. Una voz de hombre con un acento británico perfecto, lanzó un May Day muy profesional: May-day, may-day, may-day Sailing vessel making water and sinking fast We do have a life raft and we can make it to the life raft. We are four people, we are sinking, Help required immediately. May-day, may-day, may-day El capitán dio su nombre y posición, que reconstruimos entre todos y por lo que alcanzamos a entender se encontraban a 200mn al W-SW de nosotros, a 70mn de nuestra ruta planeada, pero a más de un día de recorrido. Les pedimos que confirmaran su posición pero no los volvimos a oír más. Esto me hizo sentir muy triste y preocupado por ellos. Si encontrar un velero en ese mar ya era bastante difícil, encontrar una balsa sería prácticamente imposible. Rápidamente los pensamientos sobre la posibilidad de que algo así nos sucediera a nosotros, habiendo oído a un capitán tan profesional pidiendo auxilio, estar en la mitad del mar a tal distancia de cualquier ayuda, me quitaba la respiración y el sueño. Me daba rabia haber gastado 9 días en ir a buscar el viento, desgastando nuestros cuerpos, mentes y recursos sin habernos acercado una milla a nuestro objetivo. Dos noches de total insomnio me patearon fuera de órbita. De noche oía que me llamaban, pero me levantaba y no era nadie; sentía que me caían gotas de agua desde la escotilla de cubierta; oía las alarmas del AIS y las llamadas del radio de Natasha. Nada de eso era real y la falta de descanso me producía alucinaciones. Diciembre 15 – Pasé dos días tirado en el suelo y en la banca de la bañera, sin apetito y sin casi fuerza para realizar cualquier tarea. Quería comer y no tenía hambre, dormir y no tenía sueño. No podía creer en lo que me había metido. Por qué no dije que no? Por qué nadie logró hacerme entrar en razón? Mi mente era plenamente consciente del sufrimiento y las alucinaciones. Los ruidos el crujir y los golpes se magnificaban, repetían e hilaban con las fantasías hasta el punto que temí volverme loco. A veces sólo quería que el barco se quedara quieto durante un minuto, que no se moviera y pudiera usar mis dos manos al tiempo. Luisa se ocupó de mí y fue un apoyo invaluable, a pesar que también estaba sufriendo y yo en cierta forma la había metido en esto, cosa que me hizo sentir aún peor en algunos momentos. Llegó el punto en el que logré reunir las fuerzas y me levanté, recuperando la vitalidad lentamente. El mar ha seguido agitado, olas de unos 8 metros separadas 50 o 100 metros, mar de fondo, y 25kt de viento del norte. Diciembre 16 – Pasada la mala racha de mis días de mareo, y para terminar de confortarme, vino la ayuda de Ellen MacArthur a través de su libro Comiéndose el Mundo. Contando la historia de su vida y su amor por el mar y los veleros y los sacrificios que tuvo que hacer para acercarse a ellos, me hizo disfrutar nuevamente la situación. Lo leíamos en voz alta con Luisa, impresionados por la determinación de Ellen de navegar siempre más allá de sus límites y tener sueños cada vez más ambiciosos. El color del mar, sus cientos de rasgos de personalidades, el sol y la luna son motivo de felicidad para mí, así como el desplazamiento constante, fuerte y armónico de Natasha, consintiendo las aguas y los vientos y susurrando las voces de la madre mar. Sergio nos contó muchas historias de su vida, que en un momento se dedicó a pescar pargo en los cayos de Serrana. Hacía faenas de pesca de 20 y 30 días enfrentando todo tipo de condiciones de mar hasta que llenaba las bodegas y regresaba a vender el pescado ya preparado en Cartagena. También mantuvo una ruta comercial entre Panamá, Curazao, Jamaica y Colombia, comerciando los productos que eran prácticamente regalados en donde se producían y se vendían a buen precio en otros puertos. Sergio es un hombre de mar, su corazón bombea agua salada y ha vivido muchos años así. Anoche tuvimos una corta tempestad con vientos de 35kt que Sergio y Mauricio enfrentaron heroicamente. Por la mañana los relevamos e hicimos un traspaso de combustible al tanque del barco desde los tanques adicionales sobre cubierta. El generador se apagó en la tormenta de anoche porque en una escorada fuerte se quedó sin combustible. Estábamos esperando un momento de calma, para poder traspasar tranquilamente pero nunca llegó. Con olas de unos 5m, Mauricio y yo hicimos el trasvase de combustible sin regarlo y sin dejar que entrara agua de mar al tanque, mientras Sergio llevaba cuidadosamente el timón. El generador nos pegó un susto, porque no encendía y hubo que revisarlo, pero encendió nuevamente y echó a andar como si nada. Mauricio es un caballero, de una sencillez y nobleza ejemplar. Disciplinado y creativo, no podía ver el barco sin inventarse algo nuevo para que uno hale acá y se mueva allá, gire así y asegure tal, haga esto y de una vez lo otro. Además nos ha atendido como hijos propios y se ha preocupado sinceramente por que estemos bien y no nos falte nada. Me gusta mucho que la Luna nos vuelve a acompañar. Las noches son cálidas y claras con su hermosa presencia. Un motivo más por el que valió la pena la espera en Canarias, hacer el cruce con Luna creciente. Mañana es Luna Llena y eso me llena de emoción. Diciembre 17 – La Luna llena alumbraba con su halo plateado durante el final del ocaso. Ninguno de los dos astros se dejaba ver, detrás de los estratocúmulos que viajaban sobre nosotros en dirección al Caribe. Como un gran faro indicó la Luna todo el recorrido y se ocultó después de la salida del sol. Hoy recuerdo a mi Abuela Ana en su fecha de cumpleaños aunque ya no nos acompaña. Diciembre 18 – Cerca de medio día atravesamos la longitud 45° y atrasamos los relojes 1 hora. Ya nos sentimos cerca de la tan esperada llega a tierra firme. Hacemos 160 a 170mn diarias, a un promedio efectivo de 7,5kt según le informa Luis Fernando Barón a Sergio todos los días cuando llama a reportarse. Ayer vimos dos barcos en el horizonte! El primero me causó mucha emoción y salté gritando: “un velero!!”. No aparecía en el AIS y no respondió por radio. Lo veníamos alcanzando pues apareció a estribor por la proa, sin embargo, no pasamos aquel velero fantasma y se perdió en la distancia a un costado. El segundo fue un catamarán de 75 pies que nos alcanzó justo por la popa. Contestaron al radio, habían salido de Lanzarote e iban a Santa Lucía. Eran franceses y conversaron un momento con Sergio. Anoche durante mi turno de 8pm a 12pm tuve un ataque de fatiga. Estaba oyendo la historia de Grecia cuando me entró un sueño muy fuerte. Me levantaba, me mojaba la cara, tomaba agua fría, pero nada tenía un efecto duradero. Ricé las velas[1] un poco para minimizar el riesgo pero cabeceaba y me dormía, incluso de pie. Ricé más vela y cerré los ojos: caí profundo. Me despertó un traslucho. Hice la maniobra de recuperación y trasluché de nuevo. Luisa subió y me dijo que eran las 9:40pm! Me dieron ganas de llorar. Me cubrió 1 hora mientras yo dormía lo que me parecieron 20 minutos. Pero al despertar, mi cabeza me decía que no aguantaba más, entonces llamamos a Sergio y él me cubrió desde las 11pm. Fui a dormir y caí como una piedra hasta las 3 o 4am. Es el sueño continuo más largo que he tenido desde el zarpe de Canarias. Aun así, me preocupé porque no me dio ningún aviso y todo el día me había sentido perfecto. Diciembre 19 – Con Luisa estamos leyendo a Ellen MacArthur en la bañera. Hace como una semana llamé a Álvaro Sanjinés, mi jefe, para saludarlo y contarle del retraso en la fecha de zarpe y de llegada, pero no me contestó y le dejé un mensaje. Había anunciado hasta el 15 de Diciembre, no sé si ya habrán dado de baja mi nombre de la nómina. El viento ha venido disminuyendo un poco y ahora está en 20 a 25kt. El tamaño de las olas ha disminuido bastante desde ayer y está en 2m aproximadamente. Con este mar avanzamos a 8kt en promedio. Hoy cayó un aguacero corto que tumbó el viento a unos 15kt. El parte meteorológico anuncia menos vientos al oeste. La fecha estimada de llegada a Saint Martin es el 24 de Diciembre a las 18hr. Estoy diseñando un velero para Valentina, mi sobrina, con casco en lámina de triplex y forrado en fibra de vidrio, vela semi-cuadra, sin botavara para evitar lo golpes, caña del timón lateral para poderse recostar en la popa, asiento, caja de orza, llamado el Úpili. Diciembre 20 – Estamos a 800mn de Saint Martin! Ya comienzan a sonar calipso y reggae en nuestras listas de música, lo que nos acerca definitivamente a este lado del mundo. Diciembre 21 – Falta muy poco para llegar. Hoy serán menos de 500mn. Tres noches más y listo. Ya revisé los libros sobre Saint Martin, llegaremos a Fort Saint Luis al costado NW en la bahía de Marrigot, del lado francés. Esperamos que no haya problemas para hacer inmigración el 24 de Diciembre en la tarde para poder volar el 26 hacia Panamá. Tengo muchas ganas de llegar, ya estoy un poco aburrido. Con Luisa hemos leído mucho a Ellen, hemos hecho nudos nuevos, cosido el cinturón del genaker, hecho un par de almuerzos, lavado platos (por fin), jugado con el sextante, oído las teorías de Mauricio y las historias de Sergio, hemos contado algunas y conversar de todo lo que nos ha podido ocurrir. Sergio ha lavado platos porque es un oficio que marea muy fácilmente y él dice que prefiere tener una tripulación sana. También estudié juiciosamente el manual del barco, pero ya es suficiente todo esto, es hora de llegar. Ha habido momentos en los que me he vuelto a sentir completamente cómodo y profundamente feliz. Ayer nos visitaron dos gaviotas pequeñas. Se veían saludables y fuertes y volaban vivazmente a barlovento[2], se dejaban llevar a sotavento[3], rozando la grímpola y jugaban en los remolinos del cono de viento para luego surcar los valles de las olas. Me producían mucha alegría. A estas alturas, ya nos conocemos bien con Natasha, conozco sus rumbos y olas favoritas. A veces forcejea con la génova, sacudiéndose la jarcia[4] sobre el lomo, pidiendo el viento más de costado o también resopla con golpes de vela y cabos cuando le aburre el viento en popa. Yo le pido que nos lleve de popa franca, que es el recorrido más corto, pero a ella le gusta más de aleta a 120° donde cabalga feliz a 9 y 10kt. Ya conozco sus sonidos y no me dejo engañar por sus imitaciones de la voz de Luisa, especialmente en la noche. Con sus silbidos a veces logra imitar muy bien a los pájaros que ha oído a lo largo de sus viajes. Incluso tiene una buena imitación del sonido de una rana. A Natasha no le pido que me lleve rápido a puerto, porque pensaría que no disfruto navegarla. Sí me encantaría alejarme, poderla ver como navega y observarla desde varios ángulos, por arriba, a ras del agua y especialmente me encantaría verla por debajo del agua mientras navega. Hace varios días me preguntaba si le recomendaría este viaje a alguien y qué le podría contar a mis amigos del Portillo? Si más que todo habían sido penurias lo que había sentido. Llegué a pensar, durante un par de guardias nocturnas, en lanzar el bote salvavidas al agua, saltar con Luisa, un par de garrafas de agua, y la baliza de auxilio para esperar un par de días y que nos rescataran. Claramente estuve lejos de hacerlo, pero llegar a pensarlo me parece hoy una vaina loca! Eso contrasta con la tranquilidad que siento ahora y la satisfacción de estar cumpliendo la meta, a punta de esfuerzo diario y determinación. Cada día una pequeña meta, un trato cálido, siempre sincero y genuino, un pensamiento en la familia (cuyo apoyo siento, a pesar de la distancia y la escasa comunicación). Son un gesto de gratitud a la vida por habernos dado esta fantástica oportunidad. 7. Llegar a América Diciembre 22 – El mar y el viento no se podían permitir dejarnos ir sin hacernos sentir un poco de su fuerza. El amanecer del 22 mostró un cielo plateado brillante, sin una pisca de azul, solo una bruma tan brillante que cansaba los ojos. Del Annapolis Book of Seamanship: Red sky in the morning, sailor take warning. Red sky before night, sailor´s delight. Primero cúmulos, luego cumulo-nimbos y al final de la tarde, amenazantes tormentas que nos anunciaban irnos preparando para algo fuerte. Pasó la primera y nada; pasó las siguiente y casi, como si a la luz del día no quisieran atacar. Nos pegó la tercera y a pesar del rizo[1], una racha nos tumbó de costado y en la maniobra de rizado, la escotilla[2] pequeña del camarote de proa se abrió totalmente y golpeó contra la cubierta, haciéndose pedazos. La flotabilidad del velero estaba comprometida. Entrada la noche encendimos el radar, donde veíamos que comenzaban a crear los chubascos. Hubo hasta 10 chubascos al tiempo y uno de 8mn de largo. Cada uno traía su racha inicial de 30 a 35kt (Sergio vio una de 40kt) luego aguacero fuerte, olas picadas y al rato calmas de 15kt. Mauricio y Sergio turnaron guardias hasta las 4am. Luisa y yo intentábamos dormir entre escoradas, golpazos y caídas de la cama. Cuando subíamos a la bañera a recibir la guardia a las 4am, Luisa subió primero la escalera, yo fui por mi camiseta y cuando iba a coger los arneses, al lado de la escalera, el barco escoró muy fuerte y súbito. Yo estaba cogido del pasamanos de la escalera, pero fue tan violento que apenas pude mirar hacia atrás para ver dónde aterrizar. Atravesé volando todo el barco, de lado a lado, con la imagen del sofá donde pensé que iba a aterrizar, pero di contra el espaldar del sofá, un golpe fuerte pero bien amortiguado entre los omoplatos. Encima de mí caían paquetes, cajas, libros y ropa que había del otro lado del barco. “Estoy bien, estoy bien” me apuré a decir y sin querer pensar demasiado acerca de las consecuencias de aquel salto mortal, tomé los arneses y subí. De noche teníamos muy poca vela para los 20kt que soplaban casi permanentemente, pero mucho trapo para las rachas ocasionales, que nos ponían a surfear aún con las velas flameando. Caían rayos muy cerca y las olas arremetían permanentemente con su rompiente. Sergio decidió dormir arriba en la bañera por si algo pasaba. Los últimos aguaceros de esa noche se acabaron bastante después del amanecer y durante todo el día el oleaje ha estado desesperante y arrítmico. Desespero? Creo que ya no siento desespero. El mar está de pesadilla pero la mente ya aprendió a no lucharle y a que el que se desespera, pierde. Jajaja de sólo saber que en 28 horas (190mn) estaremos llegando, me hace aguantar lo que sea! Después de todo lo que hemos pasado? Diciembre 23 – Hubo un daño en la bomba de agua dulce, después que el tanque de proa se quedara sin agua. A pesar que los tanques ahora están llenos, no sale agua por ningún grifo o inodoro. Esto ocurrió hace 2 días y con Sergio y Mauricio instalamos una bomba externa, pero se necesitan 2 personas para abrir un gripo o descargar el baño. Además, hay dos tapas en el piso que quedaron abiertas: la de la sentina[3] y la del tanque de agua, haciendo que caminar por ahí sea bastante peligroso. Mientras escribía lo anterior, se acaba de romper la manija de la escotilla del baño de proa. Al dejarla abierta un momento, la contraescota del foque se enganchó y al primer halonazo se la llevó. No tenemos estanqueidad en dos escotillas de proa, en caso de hundir la nariz en una ola grande. Nos quedan 188mn a Saint Martin y estamos en N18°19´ W59°46´. Son las 16 horas del 23 de Diciembre, fecha del cumpleaños de mi hermana Ana María Garzón. La Luna está en cuarto menguante. Hoy es el día de Navidad. Las celebraciones se sienten lejanas no solo por la distancia a casa, sino por lo últimos acontecimientos. Al menos estoy con Luisa y me siento en familia, pero no me imagino a Sergio y Mauricio. Anoche todo empezó bien, sin chubascos a la vista y el viento rolando ligeramente al sur. Antes de media noche nos despertó una escorada fuerte. Antes de subir, vi en el anemómetro de la cabina de navegación 36kt de viento. Debía haber mucha vela, pues no era un viento tan fuerte. Subimos y rizamos. Continuaron de guardia Sergio y Mauricio. Después de la tormenta, que dejó mucha lluvia, el mar quedó en calma. Dormimos bien pero no avanzamos lo suficiente. Los alisios comenzaron a acabarse y entramos en un régimen tropical costero: vientos variables, tormentas y calmas. Diciembre 24 – A las 4am subí a tomar la guardia. Estaba la génova sola, mayor rizada, viento de 12kt y dábamos solo 4 o 5kt. Los primeros estimados daban que las 120mn faltantes las recorreríamos en 20 horas a 6kt. Ya no llegaremos el 24 de Diciembre! Tenemos apenas el combustible y la comida necesarios para un par de días más. Hasta ahora oímos las primeras comunicaciones de radio, señales de civilización que comenzábamos a dudar de su cercanía. No hemos visto el primer barco o pájaro o señal de tierra firme. Izamos genaker con la esperanza de subir a 5kt. Tras menos de 1 hora, en la que tampoco superamos los 6kt, nos pegó una racha que sacudió a Natasha con tanta facilidad que Sergio no dudo un segundo en dar la orden de bajarlo. Mauricio y yo corrimos, enganchamos arneses y tiramos del calcetín con todas nuestras fuerzas. Poco a poco lo pudimos cerrar y el barco recuperó el control. Fue una explosión de adrenalina y el viento apenas había llegado a 23kt! Mucho trapo ese genaker, no lo volveremos a sacar con tormentas tropicales. Hoy cumplimos 1 año y 1 mes con Luisa. Acabamos de caer en cuenta que ya habíamos celebrado el primer aniversario a bordo y llevamos más de un mes viviendo en el barco. Que viaje tan largo! Que risa! A medio día se oscureció y a barlovento apareció una nube gris rozando las olas. Rizamos, pero apenas lo suficiente para aguantar los 45kt que en menos de 3 minutos se levantaron, se sostuvieron y se fueron. Llovió con mucha fuerza. A pesar de no haber visto nada parecido antes, me sentí tranquilo y confiado en el barco, su capitán y la tripulación. Nuevamente después de la tormenta, calma; y la fecha de llegada, incierta. Hoy es el día más largo hasta entonces: 25 horas y 15 minutos. Además de los 3° que viajamos al oeste diariamente, atravesamos la longitud 60° y atrasamos el reloj 1 hora. Hoy no hay caras muy felices, casi todas las conversaciones terminan en cálculos de horas, millas, horarios, etc. Pasan las horas y Natasha avanza serenamente las últimas 80mn, 70mn, 60! Cada avance es una alegría que vamos viviendo y disfrutando con mucha discreción. Yo veía tormentas eléctricas a barlovento, pero no decía nada para no desatar el hechizo. A medio día oímos una estación que le pedía a un barco que había lanzado un May-Day, que repitiera su posición. Nunca oímos que la dieran. Terminé de leer algunos capítulos de La Medición del Mundo de Daniel Kehlmann, que me transportaron al Orinoco, los Andes y las colonias en América en la visión y la época de Von Humboldt. Llegó la noche de Navidad y Mauricio preparó una deliciosa pasta con mejillones enlatados. Ya no hay nada más que enlatados para comer. Cada uno llamó a su familia, que estaban viendo el final del cruce por el Ghost, el sistema satelital de vigilancia. Estaban reunidos cenando y celebrando. Esa fuerza que me dio pensar en la familia y en el momento del reencuentro, me sirvió mucho en los momentos más duros. A pesar de las posibilidades de chubascos, tormentas eléctricas, calmas y retrasos, Natasha navega tranquila y serena a 7kt rumbo 265° transmitiendo calma con su movimiento. Hay un espectáculo de luces en el cielo: truenos a barlovento, sotavento y a babor. Y al oscurecer completamente el cielo después del ocaso, aparecieron dos resplandores en el horizonte: San Barts al SW y Saint Martin al W! Por fin veíamos las primeras señales reales de que la tierra estaba cerca. Tierra a la vista!! No había necesidad de gritarlo, porque en la pantalla del GPS aparecía tierra desde hace semanas. Me hubiera gustado apagar el GPS y dejarnos guiar por la brújula y sextante, llegando donde fuera, donde la precisión nos permitiera. Después de la decisión y de decir “Sí, quiero” cruzar el Atlántico, del frío zarpe de Cádiz, del penoso trayecto a Cabo Verde y las duras penurias del cruce propiamente, todo llegaba lentamente a su fin. Una mezcla de sentimientos que todos compartíamos sin necesidad de hablarnos. Luego nos daríamos cuenta que cada uno tenía sensaciones muy diferentes y que sí hacía falta hablarlo, nunca sobra hablar estas cosas. En fin, me fui a dormir faltando 25mn para llegar. Desperté de pronto con el sonido del motor encendiéndose. “Llegamos” pensé. Subí y habían rizado las velas pero aún estábamos a mucha distancia, se veían cientos de lucecitas de la isla de Anguila y algunas en Saint Martin. El viento se había ido y quedaban como 10 o 12mn. Me fui a dormir nuevamente. Diciembre 25 – Otra vez desperté con el sonido de actividades en cubierta, Mauricio tiraba el ancla y Sergio daba reversa con el motor. Estábamos en la bahía de Marigot, al NW de Saint Martin, abrigados por una hermosa montaña, protegidos por la bahía y acompañados por varias docenas de veleros fondeados. Cómo cambió el paisaje de repente! Montañas! Apagamos el motor y contemplamos el paisaje a la luz de la luna en cuarto menguante en una calma y quietud absolutamente impresionante y de la que estábamos completamente desacostumbrados. Por fin nos podíamos ir a dormir los cuatro al mismo tiempo, era la primera vez en 23 días que el velero no se movía. Me quiero hacer entender en esto. El velero no se mueve!! Que gran alivio! A las 2am de este 25 de Diciembre el Ghost[4] les anunciaba a todos los familiares y amigos que llegamos y estamos bien, con un simple puntico verde en un mapa. Con esa tranquilidad, nos fuimos a tomar nuestro descanso tan merecido. 8. Después del Cruce Nos despertamos el 25 de Diciembre en esa quietud. Pensé que iba a dormir muchas horas, pero antes del amanecer ya estoy inquieto en la cama. Mauricio armó un árbol de Navidad sobre el winche de babor. Desayunamos las últimas tostadas “frescas” con mermeladas vencidas desde el 2011. Ya quiero pisar tierra y bañarme con mucha agua fresca. Recuerdo que hace unos 6 días tomé mi último baño. No un baño tipo Avianca (las alitas y el motor como dice mi jefe) sino un baño completo, pero con poca agua. También me afeité. Y ese día, por pura casualidad, se dañó la bomba de agua y desde entonces no tenemos más agua. La situación de higiene en el barco es algo comprometedora. Me atemorizaría si alguien se subiera de pronto y entrara. Nos podrían poner en cuarentena y declarar la emergencia sanitaria. Mentiras, no es para tanto, si uno acostumbra el olfato durante 3 semanas, escasamente olería “algo” ocasionalmente. A veces no encontrábamos la fuente de los malos olores y como en mitad del cruce habíamos botado al mar toda la carne que se había dañado, nos mirábamos y mirábamos el congelador y nevera vacíos, como si tocara empezar a botar tripulantes al agua. A las 8 o 9am ya estábamos entrando a la Marina Fort Louis, donde nos esperaban 120 Voltios y agua fresca, ambas cosas por separado, claro. Se parla francé y con un acento que “no compro pan”, ni una pizca. Afortunadamente Sergio habla francés con todos los lugareños y hace la inmigración de todos. A Natasha toca amarrarla muy bien en puerto porque si se suelta, seguro va a dar nuevamente a alta mar, donde se siente más cómoda. Pisar puerto es increíble: se mueve más que el mar!! Cuando entramos a la tienda del puerto, maravillados por la cantidad de productos frescos, no nos dábamos cuenta que los tobillos seguían trabajando, doblándose hacia acá y hacia allá, a son de mar, tratando de mantener la vertical en un piso que ya no se movía. Nos pusimos pantaloneta y a lavar el barco por fuera con Luisa. Sergio y Mauricio lo lavan por dentro. Realmente lo tuvimos que lavar por dentro tres veces: el chorrito de leche que se había escurrido por el mesón había llegado hasta el cárter del motor y las pastas que habían volado por todas partes en las noches de tempestad volvían a aparecer en los lugares más inesperados. Luego, un merecido duchazo, shampoo y jabón. Todos estamos muy felices de poner nuestras máquinas a punto. Patricia Ayala, el comando de tierra y esposa de Sergio, llegará en avión a las 4pm. Fuimos muy cerca a almorzar una pizza de mariscos, pizza de queso y albahaca y filet mignon. Yo soñaba con la albahaca fresca desde hacía días. Esa era mi cena de Navidad imaginaria. Sergio está ansioso por la llegada de Patricia. Luisa y yo estamos con ganas de subir al antiguo Fort Saint Louis. Mauricio está con muchas ganas de ver a su familia. El fuerte es una construcción pequeña del siglo 17 (ya es hora de empezar a escribir los siglos en números arábigos) con cañones que cuidaban las bahías de Marigot y La Potence. Llegamos al atardecer y podíamos ver el océano de donde vinimos, hasta la bahía de Simpson y el famoso aeropuerto. El atardecer estuvo espectacular, el cierre perfecto para el viaje y un gran premio del día. Podíamos ver cómo la luz del atardecer se reflejaba en las diferentes texturas del agua dejando ver las rachas de viento, las corrientes y las siluetas de los veleros fondeados en las bahías. Pensé en mis padres y hermanos y les agradecí su apoyo, sus correos y sus atenciones. Fue un momento de agradecimiento. Bajamos y conocimos a Patricia, una persona muy cálida y muy interesada en lo que pensamos, lo que sentimos y en quiénes éramos. La habíamos conocido a través de las increíbles historias de Sergio y nos habíamos saludado por el teléfono satelital un par de veces, pero al verla en persona le sentí muy cercana y me generó mucha confianza. Nos alagó mucho y le agradecimos esos mensajes antes del zarpe, el apoyo a las familias y habernos prestado su casa por 6 semanas para despelotarla como lo hicimos. Volvería a hacer algo así? Fue una pregunta que hicimos varias veces durante el viaje. Al principio era un NO! Rotundo y la moraleja de tener cuidado con los deseos. Luego era un “lo estoy disfrutando, pero será sólo una vez en la vida”. Más cerca a América hablamos de navegadas más placenteras, por las costas de Norte América o el Caribe. Habiendo llegado, no puedo decir que no lo volvería a hacer. Tal vez sí o tal vez no, pero ahora con seguridad de saber a qué se enfrentaría uno y poderlo comparar con las motivaciones de ese futuro viaje. Tres años después, lo haría nuevamente sin duda alguna. El fin de una aventura no es otra cosa que el camino despejado para el comienzo de una nueva, incierta y más madura. Me siento plenamente feliz e “insuperablemente” acompañado con Luisa. Por más cliché que pueda sonar, la tripulación y Natasha formamos un equipo sólido. Ninguno hubiera podido hacer esta hazaña solo. Tal vez Sergio sí. Al despedirse en el aeropuerto, Mauricio nos decía que nuestra ayuda fue crucial. Era clarísimo que Sergio y él fueron aún más indispensables para nosotros. Si no me hubieran cubierto en las guardias en las que físicamente no podía cubrir; si no nos hubieran cocinado esos platos de alta cocina en alta mar; si no nos hubieran acogido como a hijos propios; sin la seguridad que Sergio demuestra durante las tormentas; sin la curiosidad y nobleza de Mauricio; no hubiéramos hecho este cruce. Luisa y yo aportamos un trabajo disciplinado y pulcro, una navegación delicada balanceando velas, evitando sobre-esfuerzos, cuidando el velero, ganando el medio nudo de más, buscando el rumbo más suave, conociendo el velero y dándoles la confianza que cuando se iban a descansar, quedaban en buenas manos. Definitivamente un buen equipo. Por supuesto que no todo era color de rosa. A pesar de todo, habíamos pasado 6 semanas juntos, que inicialmente iban a ser 4, nos conocíamos casi todas las historias de nuestras vidas, cuentos y chistes, la música favorita, el excelente repertorio del iPod de Sergio y los estados de ánimo más comunes de cada uno. Ya no queríamos estar más tiempo juntos y cada uno añoraba su hogar.
Diciembre 26 – La última noche a bordo fue muy extraña. Me organicé en el sofá, como a la hora de estar dormido sentía que el barco se mecía violentamente, escorando[1] a ambos lados y me tuve que agarrar del cojín. Con dificultad miraba por el portillo[2] pero todo estaba perfectamente inmóvil, mi engañada mente entendía y regresaba al sofá, pero al poco rato sucedía lo mismo. A la tercera vez me cansé y me subí a la cubierta. Dormí delicioso con el viento fresco y el horizonte a la vista. Durante todo el viaje pensé mucho en Tominé y en El Portillo, que son un verdadero paraíso. Recordé cómo era hace años, con agua arcillosa y cangrejos, cuando mi papá me enseñó a navegar en su Moth Europa. Recordé la Escuela de Vela y a Maritza Vargas, a la clase 420 y los Lightning. De todos ellos llevo conmigo un pedazo que en todo momento me acompañó desde adentro, me trajo hasta acá y me hizo ser quien soy. Estamos cumpliendo 3 años de un viaje increíble. Una experiencia muy intensa, dura, exigente, llena de aventura y descubrimiento. Cada vez que miro atrás, al Cruce, aprendo algo nuevo con el paso de los años. Me motiva a vivir mis sueños. Me ha hecho entender y aceptar lo que me ha dado la vida y a eso, sacarle el mejor provecho posible. FIN |
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